Por Beniezu
Excelente artículo que reproduzco y recomiendo leerlo a aquellos que, inconscientemente,
han asimilado profundamente determinados módulos de opinión sembrados
masivamente por el franquismo y por sus herederos sociológico-ideológicos-politicos. Y hablamos de los herederos del franquismo , de los neo franquistas actuales que controlan este
Estado monárquico. Módulos que esconden otros finalidades perversas que las que
aparentan cargar. Y me estoy refiriendo concretamente al concepto de España, de
que el Régimen expande como algo asépticamente patriótico, cuando lo que
carga es fundamentalmente un oculto veneno de legitimación de un modelo
de Estado al servicio de unas elites, que no olvidemos son los herederos
directos del franquismo y de todo su entramado de corrupción cosechado durante aquella
época franquista. La llamada
"unidad de la patria" franquista y su aureola de grandilocuencia no
es más que un slogan publicitario para engatusar a mentes fáciles de manipular
, en un terreno ya profusamente abonado por cuarenta años de franquismo
apoyados por aquel dicho de que una mentira repetida mil
veces se torna realidad. En este articulo se describe acertadamente los motivos
del Estado español, de sus elites neo franquistas que lo controlan, para
preocuparse por lo que ellos llama la unidad de España. Lo que si les preocupa
y mucho es el derrumbe de los falsos y mediáticos pilares
ideológicos de una inexistente unidad nacional-ideológica- sociológica-política - lingüística etc. etc. de una entelequia que llaman España. que solo se sustenta bajo el garrote y el ordeno y mando. Es todo un montaje comandado
por la fuerza del Estado y sus resortes, sobre todo el mediático, que está bajo
su cuasi control absoluto , todo para fortalece el poder de las elites
económicas en el control del Estado.
Nota: Las fotos incluidas en
el artículo no son del autor, son del propietario de este Blog
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2019, ¿Franco está enterrado o vivo?
Fue el PSOE de Zapatero, que ganó por mayoría simple las
elecciones generales de 2004 y 2008, el que sacó la Ley de Memoria
Histórica en diciembre de 2007, es decir, ¡29 años después de que se
aprobara la Constitución, 29 años después de “plena democracia”!
El
Tribunal Supremo viene de dictaminar que sacar los restos de Franco del
Valle de los Caídos es legal. Franco murió el 20 de noviembre de 1975,
es decir, hace ahora 43 años y pico. Si Franco fue un “dictador” –en
rigor histórico, fue el mayor asesino de masas que ha habido en la
historia del Estado español- como está diciendo ahora RTVE, desde que el
Congreso de los Diputados, a propuesta de Pedro Sánchez, puso a Rosa
María Mateo al frente del ente público, ¿cómo es que lleva enterrado en
un mausoleo a su memoria y a su victoria en la Guerra Civil de 1936-39
más de 43 años cuando la “democracia” lleva ya 41 años de existencia?
Algo no cuadra.
Para
entender esta aparente paradoja tenemos que remitirnos a la Historia.
La II Guerra Mundial (1939-45) finalizó con la derrota de la Alemania de
Hitler y la Italia de Mussolini, esto es, con la derrota del nazismo y
del fascismo. Franco había sido su aliado y estuvo a punto de entrar en
la guerra pero sus apetencias imperialistas en el norte de África y la
miseria de la España de Franco impidieron su entrada cuando los
ejércitos de Hitler iban de victoria en victoria. Después, cuando se
empezó a ver que Hitler no podía ganar la guerra, Franco se encerró en
la prudencia y empezó a sacar su teoría de las dos guerras, una entre
Hitler y los Aliados en la que él era neutral y otra contra el comunismo
en la que él participaba directamente enviando la División Azul al
frente soviético.
Cuando la Alemania
nazi y la Italia fascista fueron derrotadas las fuerzas políticas de a
II República española en el exilio y en el interior pensaban que la
caída de Franco era cuestión de días ya que este nada podría hacer ante
una invasión de tropas de los Aliados dada su gigantesca fuerza bélica.
Pero los gobiernos de EEUU, Gran Bretaña y Francia no estaban nada
interesados en derrocar a Franco por la fuerza porque esto pondría en el
tablero político otra vez la revolución social ya que la clase
trabajadora a pesar de la guerra y la represión aún tenía miles de
cuadros políticos y la memoria histórica intacta. Por este hecho, los
gobiernos estadounidenses, británicos y franceses prefirieron que Franco
continuase en el poder. A esta razón vino a unirse otra, la España de
Franco era radicalmente anticomunista y este hecho en el contexto de la
Guerra Fría, en el enfrentamiento entre el “mundo libre” y la Unión
Soviética, que se dio de forma inmediata una vez terminada la II Guerra
Mundial, era de capital importancia en la estrategia de los gobiernos de
los Estados Unidos.
Pero si bien la
España de Franco era de sumo interés político-estratégico para los
directores del “mundo libre” las poblaciones de Europa occidental no
podían comulgar con el hecho de que una dictadura fascista estuviera en
condiciones de paridad con sus nuevos regímenes políticos formalmente
democráticos ya que al haber sufrido la guerra el recuerdo de la
barbarie nazi y fascista era imborrable. De ahí que los gobiernos de
EEUU, Gran Bretaña y Francia no implementaran ni el Plan Marshall en la
España de Franco ni la aceptaran en la ONU en un primer momento. Así,
los gobiernos del “mundo libre” dejaban a la clase trabajadora española
de la ciudad y del campo a merced de sus verdugos reaccionarios y
fascistas por intereses geoestratégicos, que venía a ser una reedición
de lo que ya habían hecho los países “democráticos” con el Comité de No
Intervención durante la Guerra Civil, que posibilitara que la Alemania
de Hitler y la Italia de Mussolini armaran hasta los dientes a Franco
mientras que los gobiernos de la II República no podían comprar armas en
la Europa “democrática”.
NINGUN ESPAÑOL LOS ELIGIO Y SIN EMBARGO SEGUIMOS CRELLENDO ESO DE QUE ESTAMOS EN UNA DEMOCRACIA
Franco
recibía a menudo a los emisarios de los gobiernos estadounidenses y
británicos por lo que comprendió que no le iban a derrocar por la fuerza
pero también dedujo que tenía que cambiar la fachada de su régimen para
hacerlo políticamente digerible en el exterior. Y sin olvidar ni un
solo momento la sistemática represión a la que sometía a los “rojos” (su
España era un mapa de presidios y campos de trabajo) y a las “rojas” (a
estas además de pasearlas por las calles rapadas como bestias, de
darles de beber aceite de ricino, de violarlas y asesinarlas en la
guerra ahora les daba como horizonte laboral la prostitución y les
robaba los bebés para dárselos a familias franquistas) se puso a remozar
la fachada de su régimen. Convirtió a su España en “Reino” y nombró
como su heredero a “título de Rey” a Juan Carlos de Borbón, que será
nombrado rey por las Cortes franquistas dos días después de la muerte de
Franco con el nombre de Juan Carlos I -el actual rey emérito y padre
del actual rey Felipe VI.
Si bien
Franco había pedido en su testamento político un apoyo explícito para
Juan Carlos I -“que rodeéis al futuro Rey de España, Don Juan Carlos de
Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado”- este
sabía que con sólo la legitimidad franquista no le era suficiente para
que su reinado sobreviviese mucho tiempo por lo que puso a sus peones a
trabajar para lavar la fachada del régimen. Como Juan Carlos I estaba
horrorizado por aparecer como un perjuro a Franco ante el Ejército, la
base de su poder, fue siguiendo de puntillas el plan de “la ley a la
ley” que diseño su peón legislativo Torcuato Fernández-Miranda y que
ejecutará su peón ejecutivo Adolfo Suárez. El plan en sí era muy
sencillo en la teoría ya que consistía en pasar de la legalidad
franquista a la legalidad democrática a través de las propias Leyes
Fundamentales del Régimen. Para conseguirlo había que contar no sólo con
los políticos más avispados del propio régimen franquista –que no
faltaban: Suárez, Areilza, Fraga, por citar los más destacados- sino
también con los políticos “razonables” de la oposición. Pero no de esa
oposición grupuscular de liberales, democratacristianos y demás
corrillos con lustrosos despachos pero socialmente insignificantes sino
de la que potencialmente representaba a las “masas”, a la clase
trabajadora en todo el Estado, el PSOE y el PCE.
El
PSOE de Felipe González era a mediados de los setenta una organización
que tenía muy poca implantación social pero con un líder “razonable”
bien financiado y asesorado por la socialdemocracia alemana para que
pudiera ser el partido mayoritario en el nuevo régimen político y
aceptado por los reformadores franquistas como informaba la celebración
en Madrid del XXX Congreso de la UGT en abril de 1976 camuflado como
“jornadas de estudio sobre asuntos sindicales”, permitido por el
gobierno de Arias Navarro, y el XXVII Congreso del PSOE en diciembre de
aquel mismo año, permitido por el gobierno de Adolfo Suárez.
Por
su parte, el PCE de Santiago Carrillo, el partido con más militantes de
la izquierda y con una trayectoria de lucha en la clandestinidad, se
apresuró a llegar a acuerdos con el presidente del gobierno Adolfo
Suárez, en reuniones secretas entre el propio presidente del gobierno y
el propio secretario general del PCE, para que no le dejaran fuera del
“juego democrático” (participar en la gobernabilidad del Estado) que se
avecinaba por lo que de sopetón cambió los estatutos y aceptó la bandera
franquista (sin el escudo) y la monarquía para calmar las iras de los
mandos militares ante su pactada legalización.
El
éxito de Adolfo Suárez al pilotar el caminar reformista del
tardofranquismo haciendo aprobar por las Cortes franquistas la Ley para
lorma Política el 18 de noviembre de 1976 y obtener en referéndum,
con una participación del 77% del censo, el 94% de votos a favor el 15
de diciembre de aquel mismo año, reforzó su papel de líder del cambio y
de interlocutor con la oposición de izquierda “responsable”. Si la
“ruptura” nunca había estado verdaderamente en la agenda política del
PSOE y el PCE ahora el avance reformista de Suárez desde dentro del
propio régimen franquista y su rotunda promesa de unas elecciones
generales justificaron sus propias ansias reformistas.
Con
la celebración de las elecciones generales del 15 de junio de 1977 se
produjo la singular situación de que los diputados de las Cortes habían
sido elegidos por sufragio universal –excepto los 41 senadores que
eligió el propio monarca- pero vivían en un régimen político aún
formalmente indefinido que tenía un rey impuesto por Franco, unas leyes
franquistas, unos jueces franquistas y los mandos del Ejército y de la
Policía Armada y la Guardia Civil franquistas. Esta realidad
político-estructural en los Aparatos del Estado no variará un ápice con
la Constitución elaborada por las Cortes y aprobada en referéndum el 6
de diciembre de 1978 con una participación del 67% y un 87% de votos a
favor. Los cambios del personal franquista en todas las estructuras del
Estado se irán haciendo paulatinamente, gradualmente, poco a poco,
porque todo lo había que “consensuar”.
Las
dos primeras elecciones generales, las del 77 y del 79, las ganó Unión
de Centro Democrático (UCD), el partido del presidente del gobierno
Adolfo Suárez. Las terceras, las del 28 de octubre de 1982, las ganó el
PSOE de Felipe González por mayoría absolutísima ya que consiguió 202
escaños en un Congreso de Diputados de 350 asientos. Estas elecciones
legitimaron al régimen nacido de la reforma del tardofranquismo, el
Régimen del 78, ya que ahora gobernaba un partido de “izquierda”. El
PSOE de Felipe González gobernará hasta las elecciones generales del 3
marzo de 1996, es decir, 13 años y pico. En todo este tiempo los grandes
logros macropolíticos del PSOE de Felipe González serán meter al Estado
español en la Unión Europea –para lo que tuvo que hacer un brutal
ajuste socio-económico llamado cínicamente reconversión industrial- y
ganar un referéndum para seguir en la OTAN con todo el poder mediático a
su favor y la “mentirijilla” de que no se entraría en su estructura
militar –anotemos que la UE y la OTAN eran cosas deseadas y pedidas
hacía décadas por gobiernos de Franco, con el propio dictador al frente
del ejecutivo.
¡¡¡ MAS BIEN GUARDIANES DEL NEO FRANQUISMO PURO Y DURO !!!
Lo que no hizo el PSOE
de Felipe González fue impulsar la memoria histórica, es decir, el
debate social a través de los grandes medios de comunicación y los
institutos y universidades. No sólo no hizo esto sino que estimuló un
relato histórico sobre la Guerra Civil de “guerra fratricida”, donde
todos los bandos eran igual de culpables porque todos habían matado y,
por lo tanto, había que “pasar página”. Pues bien, este “pasar página”
es lo que nos ha traído a la situación política actual porque al no
debatir sobre el pasado este no se entiende. Pero no sólo no se entendió
el inmediato pasado por la mayoría social sino que el franquismo
sociológico se fortaleció. Ahí tenemos al PP, Cs y Vox con un discurso
absolutamente reaccionario, donde la “unidad de la patria” no la podría
defender mejor el propio Franco. Lógico, con un proceder
político-cultural tan “democrático” con el franquismo nunca se pudo
debatir socialmente en los grandes medios de comunicación y en el
sistema de enseñanza sobre la II República, la Guerra Civil y la
postguerra mientras se presentó –y presenta- la Transición, en contra de
la evidencia histórica, como un auténtico logro democrático y no como
lo que fue, un pacto para cambiar de régimen político pero sin tocar lo
esencial de los intereses económicos de la gran patronal y sin juzgar a
los responsables de la represión política, brutalmente física y de
décadas de duración.
Fue el PSOE de
Zapatero, que ganó por mayoría simple las elecciones generales de 2004 y
2008, el que sacó la Ley de Memoria Histórica en diciembre de 2007, es
decir, ¡29 años después de que se aprobara la Constitución, 29 años
después de “plena democracia”! Pero ni esta Ley ha hecho justicia con
los asesinados por el franquismo ya que infinidad de ellos siguen en
fosas comunes y sus familiares no han recibido reparaciones ni ha traído
un debate histórico al seno de la sociedad para explicar la II
República, la Guerra Civil, la represión de postguerra y la Transición.
Claro,
explicar socialmente todo esto hubiera llevado a conocer una II
República desmitificada, una Revolución social, un Estado fascista
mutado en democracia orgánica que se transformó en monarquía
parlamentaria gracias al proceder de los políticos del tardofranquismo
más inteligentes y a las renuncias programáticas de “socialistas” y
“comunistas”. También nos llevaría a comprender socialmente que la
sacrosanta “unidad de la patria” que invocan hoy todos los “patriotas”
tiene muy poco de patriótico si por patriotismo se entiende el bien de
la comunidad y no los privilegios de una burguesía que incrementó sus
patrimonios en la Guerra Civil y los consolidó en el franquismo y en
“democracia”. Una cultura política sobre la base del conocimiento
histórico habría imposibilitado hoy, por ejemplo, el espectáculo
reaccionario al que estamos asistiendo de forma cotidiana sobre la
sacrosanta unidad de la patria ya que el derecho de los pueblos a la
autodeterminación se consideraría un derecho elemental y se daría por
obvio que la “cuestión territorial” se tiene que dar basada en ese
derecho y no en cursilerías postmodernas como una “nació
empuja a los pueblos a su emancipación nacional y social, ¡ay!
Así,
con el panorama histórico-cultural que nos ha regalado la “Monarquía
parlamentaria” (artículo 1.3. de la Constitución) hoy, a 41 años de
“democracia”, en plena precampaña electoral, oímos a diario como el
franquismo sociológico (PP, Cs y Vox) afirma que sacar a Franco del
Valle de los Caídos “no es una prioridad” pero que sí es prioritario
aplicar el 155 en Catalunya y rebajar impuestos para garantizar el
incremento de la riqueza (de unos pocos), entre otras lindezas. De aquel
torrente acultural estos barros reaccionarios.
Madrid, 2, octubre, 2019
Fuente
https://kaosenlared.net/2019-franco-esta-enterrado-o-vivo/
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